“El Niño: Modos de decir acerca de su padecer”
Frente a la problemática actual estamos acostumbrados a encontrar respuestas para todo y la mayoría de las veces parece ser la alternativa que más alivia. Sin embrago, esta modalidad desorienta a la hora de buscar cambios y soluciones.
El ámbito educativo es por excelencia el escenario donde los niños despliegan, expresan y depositan sus angustias, sus temores, sus dificultades y sus conflictos. Esto no sólo se ve reflejado en las tareas que se les demandan sino también en sus lazos sociales. Allí se pone a jugar lo más íntimo de cada sujeto.
Ahora bien; ¿Qué quiere decir que un niño “no alcanza los objetivos”?
En ciertas ocasiones nos encontramos con que la escuela pone ciertos rótulos y esto lo único que hace es nombrar al niño de esa forma y que el “problema” persista. Como si las cosas se redujeran a un niño con “déficit atencional”, “problemas de aprendizaje”; o es “lento, “flojito”, etc. ¿Por qué pudiendo haber un abanico de respuestas siempre aparecen las mismas centrando la “falla” del lado del niño?
Habría que preguntarse si los objetivos prefijados del “programa” podrían adaptarse a los niños y no sólo esperar que los niños se ajusten a éstos. No olvidemos que cada niño tiene su ritmo, sus tiempos de asimilación y acomodación a nuevos conocimientos y esperar mismos resultados y respuestas sería un intento de borrar lo más singular de cada niño.
Los padres vivencian esta situación con angustia en principio, por no saber qué camino emprender para resolver esta problemática.
Un modo de abordar esta cuestión podría ser buscar apoyo escolar por fuera de la escuela, o bien, ayudarlos en sus casas y acompañarlos con esto. A pesar de esto, podría ocurrir que aún persistan en el niño las dificultades en la escuela. Frente a esto, advertimos que se trataba de otra cosa, y que lo que el niño manifiesta en la escuela encubre conflictos que se alejan de su capacidad intelectual.
Insistir con ciertos rótulos es un daño emocional al narcisismo del niño y es; por otro lado, un modo de negar la posibilidad de pensar que el problema pueda venir por otro lado. No hay que desoír lo que el niño intenta decir con estas manifestaciones.
Frente a situaciones de este tipo, una alternativa podría ser hacer una consulta psicológica, en la que se trabaja con los padres o bien con el niño, dependiendo el caso.
Los padres, con el trabajo en las entrevistas psicológicas, podrán ubicar ciertas cuestiones que los orienten para acompañar a su hijo en este proceso.
Los niños tienen distintas maneras de decir.
En el caso de que el niño comience con entrevistas psicológicas, trabajará en ese espacio, y podrá decir de otro modo algo de su padecer, vía el juego, sus dibujos y su palabra. El trabajo junto al terapeuta producirá efectos; a saber, que el niño tome su propia palabra y se reconozca en lo que dice.
Lic. Marina Mola (Psicóloga)
M.P. 94.873